martes, 4 de septiembre de 2012

Eternamente comprometidos

Al año de conocer a Violet Barnes, Tom Solomon decide sorprenderla con un anillo de pedida. El plan es sencillo: camino de una fiesta de fin de año, se inventa una excusa para pasar por el Birch, un restaurante de moda donde trabaja. El patio reservado al personal, con vistas al puente de San Francisco, es el sitio ideal para hincar la rodilla ante la amada. Tom está muy nervioso, pero su mejor amigo Alex, lo tiene todo preparado: las velas están encendidas y el champán está frío. Pero llegan tarde a la fiesta y Violet no entiende por qué hay que perder más tiempo. Tom pierde la calma, lo suelta todo de golpe y… ¡están comprometidos! Todo hace pensar que Tom y Violet serán felices y comerán perdices. Tom es cocinero del Birch, está en la cúspide de la cocina de fusión y a punto de ser ascendido. La vida de Violet gira en torno a la universidad.
El conflicto surge cuando aparece la posibilidad de ir a la Universidad de Michigan; Tom se traga el orgullo y la anima a que acepte la oferta. No le importa cocinar en Michigan durante un par de años, y la boda puede esperar. Dos personas que soñaron con el día perfecto, ahora solo quieren pasar por el aro como sea. Pero ni eso parece posible: siempre surge un problema cómico para retrasar la fecha escogida. Quizá sea cosa del destino. Quizá no estén hechos el uno para el otro. Pero Tom y Violet no tendrán más remedio que aprender a superar las dificultades de un noviazgo eterno.

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