Las vidas de tres personas completamente distintas se cruzan en La fille de Monaco. Bertrand es un abogado penal brillante, mediático, voluble, cultivado, cerebral, complicado y no muy valiente. Le gustan las mujeres, sobre todo para hablarles. Acaba de llegar a Mónaco para defender a una asesina septuagenaria.
Christophe es un vigilante de seguridad encargado de proteger a Bertrand. Franco, directo, taciturno y deportista, le gustan las mujeres, salvo para hablarles. Dejó los estudios a los 13 años por lo que admira en los demás la cultura y el dominio del lenguaje de los que carece.
Audrey es presentadora en una cadena de televisión por cable en Mónaco. Ambiciosa, descarada, sexy e incontrolable, no tiene ninguna intención de seguir presentando el parte meteorológico por mucho tiempo.
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